Magia y ciencia 1. El Universo es un lugar extraño
Desde muy pequeño me he sentido fascinado por el mundo que me rodea. Me es muchas veces difícil explicar la sensación que me causa el vivir en un mundo que siendo tan familiar, a veces me parece tan extraño. Recuerdo que siempre intenté buscar por mí mismo las respuestas al por qué de las cosas. ¿Por qué la Luna parece moverse cuando yo lo hago? ¿Por qué un charco de aceite forma un arcoiris? ¿Por qué los aviones no mueven sus alas? ¿Por qué si el agua es trasparente, la nieve y las nubes son blancas? ¿Por qué puedo ver en mis sueños si tengo los ojos cerrados? ¿Cómo se pueden predecir los eclipses? ... Al crecer, descubrí que existía una empresa humana que se trataba de responder a todas esas preguntas. Esa empresa es la ciencia. Lo había decidido: cuando creciera me convertiría en un científico.
Otra de las fascinaciones de mi vida siempre ha sido la magia. Nunca he podido entender exactamente de donde viene esa fascinación. Tal vez sea del hecho de que siempre he soñado que puedo volar, o que puedo mover cosas con mi mente, o que puedo hablar con los animales. O puede ser que venga simplemente del hecho de que la imaginación nos permita armar configuraciones en las que el mundo se puede salir de las normas de su comportamiento habitual. Siempre he tenido la sensación de que detrás de lo que vemos hay algo más, algo que solo se puede ver si se está entrenado para hacerlo.
Sin embargo, rápidamente me di cuenta de que existía una contradicción entre mis dos pasiones infantiles. La ciencia y la magia, nos cuentan, no son muy buenas amigas que digamos. La ciencia nos es presentada como el “despertar” del hombre de sus sueños mágico-religiosos. Basta con echar un vistazo a algunas historias de la ciencia para ver de inmediato su roce con la historia de la religión. Después de todo, ambas empresas humanas se enfocan en la búsqueda de la verdad. Y una, nos dicen, ha demostrado ser la correcta. Durante bastante tiempo me pareció que esta visión del mundo, la de que la ciencia ha logrado demostrar ser la forma de pensar, libre de dogmas, de prejuicios, o de supersticiones, era verdadera. Pero mi curiosidad me llevó a encontrarme con ciertas piezas que faltaban en el rompecabezas...
Muchos de los libros que conozco sobre historia de la ciencia, muestran solamente un lado de ella. Nos muestran el lado en el que el pensamiento científico se impone como ganador cuando se enfrenta al pensamiento mágico-religioso. En la historia que nos han contado, pareciera que el ser humano ha ido madurando de manera muy similar a cómo lo hace un niño que se convierte en adulto. El pensamiento infantil esta lleno de imagenes fantásticas, en el que se mezclan fácilmente elementos mágicos con el mundo real. Poco a poco, no obstante, los niños van comenzando a abandonar sus fantasías y a distinguir de manera clara lo que es solamente ¨real¨ en el mundo. De igual forma, la historia oficial nos dice que el hombre primitivo daba cuenta de los fenómenos naturales apelando a la constante intervención de divinidades o espíritus en el mundo físico. Para ellos existían dioses que controlaban ya fuera el clima o el movimiento de los astros. Muchos de esos dioses se encontraban en constante comunicación con los ellos y podían ser bendecidos o castigados por aquellos. Pero en su afán por conocer el mundo, el hombre fue abandonando poco a poco esas explicaciones míticas y fue adoptando formas cada vez mas “objetivas” de explicar el mundo hasta culminar en la ciencia de nuestros días. Podemos incluso pensar a varias de las disciplinas científicas de nuestro tiempo como resultado de la evolución de sus contrapartes mágicas: La metafísica se convirtió en física, la numerología en matemáticas, la astrología en astronomía, la alquimia en química...
No podemos negar el poder que ha demostrado el pensamiento científico. Hoy en día los seres humanos tenemos la capacidad de manipular genes, tratar la infertilidad, alargar nuestra esperanza de vida, viajar al espacio, utilizar la energía de los átomos o hacer cálculos con computadoras cuánticas, entre muchísimas otras cosas. Nuestro entendimiento del mundo gracias a la ciencia es impresionante y sin embargo, el Universo sigue siendo un lugar muy misterioso.
Mientras nuestra experiencia diaria nos dice que la Tierra es plana como una tortilla, la realidad es que la Tierra es redonda como una naranja. Aunque pareciera obvio que el Sol se mueve diariamente en un circulo en el cielo mientras que la Tierra está fija, la realidad es que el Sol está fijo y es la Tierra la que se mueve a su alrededor. Podría parecer evidente que el tiempo pasa de manera constante para todos, pero la realidad es que el tiempo puede fluir más rápida o más lentamente para otros observadores en el Universo. Mientras pareciera que la materia de la que está hecha una roca es sólida, la realidad es que se trata prácticamente de puro vacío entre las diminutas párticulas que conforman a sus átomos. Si una cosa podemos decir es que la realidad no es evidente. O quizá sea mejor decir que lo evidente no es real. El Universo es un lugar extraño y aunque la ciencia nos ha ido dando muchísimas y muy acertadas respuestas, nos ha dado también la posibilidad de hacernos más y más preguntas. Lo que es aún más curioso es que la ciencia no ha podido responder de manera satisfactoria las preguntas más profundas de nuestra especie: ¿Por qué existe el Universo? ¿Estamos solos en él? ¿Cómo comenzó la vida? ¿Cómo funciona nuestra consciencia?
A preguntas de esta naturaleza se han enfrentado las grandes mentes a lo largo de la historia de la ciencia. Hay que agregar que todos esos pensadores se hicieron sus preguntas en contextos culturales, sociales e historicos muy diferentes a los contextos en los que nosotros nos hacemos dichas preguntas. La capacidad de descifrar una naturaleza que no es en absoluto evidente requirió, muchas veces, de pensamientos que iban fuera de lo que hoy en día consideramos científico o racional. Es de contar algunas de estas historias de lo que trata este Blog.
Este Blog no pretende reescribir la historia de la ciencia. Se trata, simplemente, de sacar a la luz algunos aspectos de esta historia que normalmente se ha preferido mantener ocultos. A lo largo varios episodios nos daremos cuenta de que muchos de las personas a las que recordamos como ¨grandes científicos¨ fueron más bien magos, astrólogos, alquimistas u ocultistas. Veremos que su pasión por el conocimiento de la naturaleza no estaba separado de su pensamiento mágico o religioso. No fueron grandes científicos a pesar de su pensamiento mágico sino mas bien lograron ver más allá de lo que entonces era evidente gracias a ese pensamiento. De alguna forma, para hacer un cambio de paradigma no bastaba el pensamiento racional, sino que era necesario el pensamiento mágico para poder dar el salto. Quizás estas historias nos hagan replantearnos el papel que ha jugado la magia en nuestras vidas.
Otra de las fascinaciones de mi vida siempre ha sido la magia. Nunca he podido entender exactamente de donde viene esa fascinación. Tal vez sea del hecho de que siempre he soñado que puedo volar, o que puedo mover cosas con mi mente, o que puedo hablar con los animales. O puede ser que venga simplemente del hecho de que la imaginación nos permita armar configuraciones en las que el mundo se puede salir de las normas de su comportamiento habitual. Siempre he tenido la sensación de que detrás de lo que vemos hay algo más, algo que solo se puede ver si se está entrenado para hacerlo.
Sin embargo, rápidamente me di cuenta de que existía una contradicción entre mis dos pasiones infantiles. La ciencia y la magia, nos cuentan, no son muy buenas amigas que digamos. La ciencia nos es presentada como el “despertar” del hombre de sus sueños mágico-religiosos. Basta con echar un vistazo a algunas historias de la ciencia para ver de inmediato su roce con la historia de la religión. Después de todo, ambas empresas humanas se enfocan en la búsqueda de la verdad. Y una, nos dicen, ha demostrado ser la correcta. Durante bastante tiempo me pareció que esta visión del mundo, la de que la ciencia ha logrado demostrar ser la forma de pensar, libre de dogmas, de prejuicios, o de supersticiones, era verdadera. Pero mi curiosidad me llevó a encontrarme con ciertas piezas que faltaban en el rompecabezas...
Muchos de los libros que conozco sobre historia de la ciencia, muestran solamente un lado de ella. Nos muestran el lado en el que el pensamiento científico se impone como ganador cuando se enfrenta al pensamiento mágico-religioso. En la historia que nos han contado, pareciera que el ser humano ha ido madurando de manera muy similar a cómo lo hace un niño que se convierte en adulto. El pensamiento infantil esta lleno de imagenes fantásticas, en el que se mezclan fácilmente elementos mágicos con el mundo real. Poco a poco, no obstante, los niños van comenzando a abandonar sus fantasías y a distinguir de manera clara lo que es solamente ¨real¨ en el mundo. De igual forma, la historia oficial nos dice que el hombre primitivo daba cuenta de los fenómenos naturales apelando a la constante intervención de divinidades o espíritus en el mundo físico. Para ellos existían dioses que controlaban ya fuera el clima o el movimiento de los astros. Muchos de esos dioses se encontraban en constante comunicación con los ellos y podían ser bendecidos o castigados por aquellos. Pero en su afán por conocer el mundo, el hombre fue abandonando poco a poco esas explicaciones míticas y fue adoptando formas cada vez mas “objetivas” de explicar el mundo hasta culminar en la ciencia de nuestros días. Podemos incluso pensar a varias de las disciplinas científicas de nuestro tiempo como resultado de la evolución de sus contrapartes mágicas: La metafísica se convirtió en física, la numerología en matemáticas, la astrología en astronomía, la alquimia en química...
No podemos negar el poder que ha demostrado el pensamiento científico. Hoy en día los seres humanos tenemos la capacidad de manipular genes, tratar la infertilidad, alargar nuestra esperanza de vida, viajar al espacio, utilizar la energía de los átomos o hacer cálculos con computadoras cuánticas, entre muchísimas otras cosas. Nuestro entendimiento del mundo gracias a la ciencia es impresionante y sin embargo, el Universo sigue siendo un lugar muy misterioso.
Mientras nuestra experiencia diaria nos dice que la Tierra es plana como una tortilla, la realidad es que la Tierra es redonda como una naranja. Aunque pareciera obvio que el Sol se mueve diariamente en un circulo en el cielo mientras que la Tierra está fija, la realidad es que el Sol está fijo y es la Tierra la que se mueve a su alrededor. Podría parecer evidente que el tiempo pasa de manera constante para todos, pero la realidad es que el tiempo puede fluir más rápida o más lentamente para otros observadores en el Universo. Mientras pareciera que la materia de la que está hecha una roca es sólida, la realidad es que se trata prácticamente de puro vacío entre las diminutas párticulas que conforman a sus átomos. Si una cosa podemos decir es que la realidad no es evidente. O quizá sea mejor decir que lo evidente no es real. El Universo es un lugar extraño y aunque la ciencia nos ha ido dando muchísimas y muy acertadas respuestas, nos ha dado también la posibilidad de hacernos más y más preguntas. Lo que es aún más curioso es que la ciencia no ha podido responder de manera satisfactoria las preguntas más profundas de nuestra especie: ¿Por qué existe el Universo? ¿Estamos solos en él? ¿Cómo comenzó la vida? ¿Cómo funciona nuestra consciencia?
A preguntas de esta naturaleza se han enfrentado las grandes mentes a lo largo de la historia de la ciencia. Hay que agregar que todos esos pensadores se hicieron sus preguntas en contextos culturales, sociales e historicos muy diferentes a los contextos en los que nosotros nos hacemos dichas preguntas. La capacidad de descifrar una naturaleza que no es en absoluto evidente requirió, muchas veces, de pensamientos que iban fuera de lo que hoy en día consideramos científico o racional. Es de contar algunas de estas historias de lo que trata este Blog.
Este Blog no pretende reescribir la historia de la ciencia. Se trata, simplemente, de sacar a la luz algunos aspectos de esta historia que normalmente se ha preferido mantener ocultos. A lo largo varios episodios nos daremos cuenta de que muchos de las personas a las que recordamos como ¨grandes científicos¨ fueron más bien magos, astrólogos, alquimistas u ocultistas. Veremos que su pasión por el conocimiento de la naturaleza no estaba separado de su pensamiento mágico o religioso. No fueron grandes científicos a pesar de su pensamiento mágico sino mas bien lograron ver más allá de lo que entonces era evidente gracias a ese pensamiento. De alguna forma, para hacer un cambio de paradigma no bastaba el pensamiento racional, sino que era necesario el pensamiento mágico para poder dar el salto. Quizás estas historias nos hagan replantearnos el papel que ha jugado la magia en nuestras vidas.
Me encanta, tienes una super fan en tu blog!!!
ResponderEliminarMuchas gracias Pilar. Espero verte seguido por aquí!
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