La prisión de Galileo





En el invierno de 2015 me encontraba a poco mas de la mitad de mis estudios de doctorado en el observatorio de Niza, en el sur de Francia. Un día, recibí una carta un poco inesperada; había sido seleccionado a participar en una escuela de verano en el Observatorio del Vaticano, o como dicen ellos, la Specola Vaticana:


El tema de la escuela era el agua en el Sistema Solar y más allá. Si bien el atender la reunión me atraía desde el punto de vista científico, mi interés en ir a la Specola era por vivir de primera mano la experiencia de la ciencia realizada en el seno de la Iglesia Católica.

Me di cuenta pronto de que no era fácil hablar de temas extracientíficos durante la escuela. Todas las oportunidades que tuve de interrogar a los astrónomos jesuitas que gestionan la Specola fue en charlas informales durante la comida o las pausas para el café.

Dentro de las actividades programadas, tuvimos la oportunidad de visitar la Villa Arcetri, en las afueras de la ciudad de Florencia, que fue el lugar donde Galileo Galilei pasó los ultimos años de su vida en arresto domiciliario después de haberse enfrentado a la Iglesia por la publicación de sus ideas científicas.



Vista de la región toscana donde Galileo vivió en arresto domiciliario

Entrada principal a la Villa de Arcetri

La villa de Galileo

Gran parte de las explicaciones de la visita nos las daba el director de la Specola, el hermano Guy Consolmagno; Brother Guy, de cariño. Brother Guy nos contó que, a pesar de su arresto, Galileo tenía permitido recibir a sus amigos para intercambiar ideas, realizar investigación científica (aunque no podía publicarla) y enviarse cartas con su hija, una monja conocida como Sor María Celeste. 

Terminamos de recorrer la hermosa Villa y yo no dejaba de sorprenderme de lo bien que había vivido Galileo sus últimos años. Era muy diferente de lo que yo sabía del final del famoso físico. 

No pude evitar compartir mi sorpresa con el Brother Guy. Recuerdo haberle dicho:

- Yo no me imaginaba así la prisión de Galileo. Siempre lo imaginé amarrado en una mazmorra oscura, y que le pasaban su plato de comida por debajo de la puerta...

- El juicio de Galileo siempre ha sido muy perjudicial para la Iglesia, y sus enemigos lo saben... Es también por ello que han adornado la historia para que parezca peor de lo que fue; para alimentar ese mito de que existe una pelea entre la ciencia y la fé. ¿De dónde has sacado la información del caso de Galileo? -

- La verdad no recuerdo haber leido tanto sobre ese caso... casi todo lo que sé es la leyenda que vuela por todas partes, esa de que la Inquisición acusó a Galileo, lo hizo retractarse y finalmente lo condenó a cadena perpetua... - contesté con un poco de vergüenza de reconocer mi enciclopédica ignorancia.

- Mucho de ese mito comenzó con un libro de finales del siglo XIX llamado Historia de la Guerra entre la ciencia y la Teología Cristiana. Es un libro que cualquier historiador serio rechaza tajantemente por ser absurdo, pero que ha sido sumamente exitoso en instalar en el imaginario colectivo la imagen de que la ciencia y la iglesia son eternas enemigas.

Me quedé pensando un rato en lo que Brother Guy decía... a pesar de que yo había pasado un buen rato en la Specola recibiendo cursos y haciendo investigación en Astronomía al lado de los Jesuitas, seguía pensando que algo andaba raro... que no era normal lo que ellos hacían; que la ciencia no es para generar conocimiento, sino para probar con cada nuevo resultado que Dios es una hipotesis absurda, que el Universo no tiene ninguna finalidad, y que el ser humano no es más que una diminuta y despreciable aglomeración de partículas organizadas para crear ilusiones de grandeza... Eso es la imagen que muchos tienen de la ciencia. 

Fue curioso que una visita a la mansión en la que el afortunado Galileo vivió feliz sus últimos años me haya servido para abrir los ojos a que la ciencia tiene muchas aristas. La visión atea-materialista es solamente una de tantas, aunque quizás sea la que más se ha vendido en los últimos años; en parte gracias a la leyenda de Galileo... 




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