Los huesos de Descartes. Un cuento de antropología forense


París fue la segunda ciudad, después de Londres, que visité cuando hice mi primer viaje a Europa por allá del 2011. En aquella visita me quedé algunos días con unos amigos que vivían en la Rue des Gobelins, muy cerca del Barrio Latino parisino.

Algún conocido mio había visitado París y me había recomendado visitar el barrio latino, o como dicen en francés, el quartier latin (se lee así como 'cartie latan'). Me sorprendió llegar a confirmar que se conoce como barrio latino a la zona donde se encuentra la Universidad de la Sorbone, donde durante mucho tiempo la lengua que se hablaba era el latín y no el francés. Como amante de lo antiguo no fue una gran decepción, aunque el apelativo "latino" si me había creado una ligera expectativa de encontrar cubanas o venezolanas moviéndose en un ambiente de música tropical.

Una vez que estuve más ubicado de qué buscar en el barrio latino consulté el mapa y noté que cerca de donde me encontraba estaba la iglesia de Saint-Germain de Prés. Supongo que por el futbol existe una asociación entre las palabras "París-Saint Germain", pero a mi me sonó la iglesia por otro motivo. Por alguna razón que desconozco, yo sabía que esa iglesia era el lugar donde se encontraba enterrado el gran filósofo Rene Descartes (el de "Pienso entonces existo"). A falta de arepas, mojitos y música cubana, decidí lanzarme a la iglesia a ver la tumba del filósofo.

Iglesia de Saint Germain de Prés, en el barrio latino de París

Tiempo después, en otra visita a París, una amiga y yo fuimos a pasar la tarde a la zona del Trocadero, cerca de la Torre Eiffel. Ahí se encuentra el museo de antropología de París conocido como Musée de l'Homme. Decidimos entrar a conocer el museo y grande fue mi sorpresa al encontrar el craneo de un hombre conocido: Descartes. ¿No había visitado yo su tumba en la iglesia de Saint Germain? 

Cráneo de Descartes (Homo sapiens) Musée de l'Homme, París

Me pareció interesante que los huesos de Descartes estuvieran regados por diferentes lugares, por lo que me enfrasqué en una pequeña investigación al respecto. Aunque la historia completa es un poco larga, intentaré resumirla lo más posible para conservar su esencia.

Descartes murió en Estocolmo en 1650. Se sabe que durante casi toda su vida al filósofo le gustaba levantarse tarde. Esa costumbre se le terminó cuando la reina Cristina de Suecia lo invitó a su corte en Estocolmo para darle clases de filosofía a las 5 de la mañana. Se supone que Descartes murió de neumonía (de la que él mismo intentó curarse bebiendo un té caliente de vino y tabaco). Se ha dicho que la neumonía la adquirió por salir al frio sueco a esas horas de la mañana, aunque otros dicen que en realidad Descartes murió envenenado con arsénico. 

Como haya sido, años después Francia negoció con Suecia para que los restos del filósofo fueran enviados a su país de origen. Al ser un católico devoto (aunque algo heterodoxo) durante su vida, se decidió darle cristiana sepultura a Descartes en una iglesia llamada Sainte-Genevieve en París. Esa iglesia fue destruida durante la Revolución Francesa pero los huesos de Descartes fueron rescatados por un hombre llamado Alexandre Lenoir, quien se dedicó a salvar todo lo que pudo de la destrucción durante los actos de vandalismo de la revolución. 

Ya más calmada la cosa en Francia, los huesos del filósofo fueron nuevamente enterrados en la iglesia de Saint-Germain de Prés, donde reposan hoy en día. Bueno, casi todos. Lenoir notó durante la primera exhumación de Descartes que faltaba la cabeza del pensador. Al parecer los suecos por alguna razón decidieron enviar todo el esqueleto menos el cráneo.

El misterio de la calavera de Descartes era un tema que siempre se tocaba en los círculos intelectuales de Francia. En una ocasión, un químico sueco llamado Svante Arrhenius (premio Nobel de química en 1903) visitó París y supo que el cráneo del filósofo estaba desaparecido. Al regresar de su viaje a su natal Suecia, encontró en el periódico que una casa de subastas había vendido recientemente una colección de objetos, entre ellos el cráneo de Descartes. Arrhenius contactó al comprador y lo convenció de venderle el cráneo. Posteriormente el químico sueco se lo envió al científico francés Georges Cuvier para que el cuerpo completo de Descartes descansara por fin en paz en su natal Francia.

El cráneo estaba ya todo "grafiteado" con los nombres de las personas que en algún momento lo habían tenido. Sin embargo los franceses no estaban tan seguros de que el cráneo fuera realmente el de Descartes. Fue entonces que se encontró un retrato realizado por el artista holandés Frans Hals de René Descartes cuando había vivido en Holanda. Yo tuve la suerte de ver ese cuadro en el museo de Louvre en uno de aquellos viajes.


Retrato de Descartes por Frans Hals

En una investigación al más puro estilo de un CSI francés del siglo XIX, comparando la fisionomía del cráneo con las características del rostro y la cabeza de Descartes en el retrato se determinó que efectivamente el cráneo era el del filósofo. Por razones que desconozco se decidió no darle cristiana sepultura al cráneo junto al resto de los huesos cartesianos sino que hoy en día se exhibe en el Musée de l'Homme de París.

Hace poco me enteré de que el Museo está negociando con un colegio de La Fleche, lugar donde Descartes nació y estudió, si el cráneo es enviado al colegio como reliquia de su estudiante más destacado. Sin embargo una cosa me parece curiosa. Se sabe que existen personas en la región que están emparentadas con la familia Descartes. Que yo sepa nunca se ha hecho una investigación de ADN que pruebe realmente si el cráneo es o no el del filósofo... La tecnología de hoy podría poner fin a la duda (muy cartesiana, por cierto). Sobre todo cuando uno se entera de que en Suecia aun existen al menos cuatro cráneos cuyos propietarios claman ser ellos los poseedores del verdadero cráneo de Descartes. Pero esa es otra historia...

Comentarios

Entradas populares