El último Shah de Irán en Cuernavaca
Imagen del Shahnamé, el Libro de los Reyes Persas
Una de las técnicas que seguí para poder aprender francés cuando vivía en el extranjero era leer todo lo que pudiera en esa lengua. Fue por ello que tan pronto llegué a vivir a Niza, me enfrasqué en buscar librerías donde pudiera encontrar libros interesantes y a buen precio.
No tanto por el buen precio, sino por la variedad de libros que tenía, creo que mi librería favorita de Niza era la Librairie Masséna, a una cuadra de la plaza del mismo nombre que es una de las principales de la ciudad.
Librairie Masséna
Era cliente tan asiduo de la librería que me volví cuatito de los que trabajaban ahí. En realidad, me di cuenta de que lo más sencillo para empezar a aprender francés era leer historietas, que son las famosas "bandes desinées", una tradición muy francesa de la que espero que hablemos después.
No obstante, mis cuates los libreros sabían que, aunque no los comprara, yo era un amante de libros raros, y en cada ocasión que les llegaba alguno me lo mostraban y nos quedabamos un rato hojeándolo y comentando lo que nos venía a la mente al tener el libro en nuestras manos. Recuerdo con todos sus colores el día que me mostraron el Shahnamé.
Se acababa de editar ese año una versión fascimilar de una obra poética escrita en el año 1000, sobre la historia de los reyes de Persia desde el origen del mundo hasta la conquista musulmana en el siglo VII. El libro se llama Shahnamé. La obra es simplemente una maravilla visual, y me imagino, ya que no lo he leído, que debe también ser una joya literaria.
En ese entonces yo estudiaba en el Observatorio de Niza, donde conocí a varios iranís, incluido el que en ese entonces era director del observatorio. Cuando les comenté del libro, resultó que el director ya lo había comprado y al ver mi entusiasmo decidió llevárnoslo para conocerlo un poco mejor. El día del evento, el director nos contaba con gran erudición (y con un toque del orgullo que lo caracterizaba) de la historia y la grandeza de la civilización persa, mientras ibamos avanzando en el libro.
Fue en ese momento cuando me enteré que los persas usaban la palabra Shah desde tiempos antiquísimos para referirse a sus reyes o emperadores. El director trató de explicarnos por qué un Shah no es lo mismo que un rey o un emperador, pero al menos yo no pude realmente entender la sutileza en la diferencia entre los vocablos. De cualquier forma, si podemos hablar de una continuidad de reinados, los Shahs de Irán duraron hasta 1979 cuando fueron derrocados en la Revolución Iraní. El último de los Shahs se llamaba Mohammad Reza Pahlavi.
Mohammad Reza Pahlavi. El último Shah de Irán.
De lo que me enteré hace poco es que, si alguien hubiera escrito la segunda parte del Shahnamé, hablando de los últimos casi mil años hasta fin de los reinados en el siglo XX, hubiera debido escribir al menos un verso dedicado a una ciudad en la que he vivido y que con el tiempo he aprendido a querer: Cuernavaca.
Veamos lo que publicó el periódico El País, poco después de la Revolución en Irán:
Como ha sido tradición en mi país, el entonces presidente José López Portillo le extendió al derrocado Shah una invitación, aunque no muy prolongada, para encontrar refugio en México. Por alguna razón que desconozco, el último Shah pasó su breve estancia en Cuernavaca.
El ex-Shah de Irán en Cuernavaca, del archivo de Televisa. El video puede verse si das clic aquí.
El Shah portando una elegante guayabera junto a su esposa Farah Diba
El Shah en el restaurante "Las mañanitas"
El Shah y su familia durante el exilio en Cuernavaca
El presidente de EE.UU. Richard Nixon en una visita al Shah en Cuernavaca.
No he encontrado una fuente demasiado confiable sobre la estancia del Shah en Cuernavaca, pero sí un par de chismes y anécdotas. Una es que amaba la comida mexicana y que iba seguido al restaurante "Las mañanitas", donde pedía siempre la misma mesa. Además, el restaurante le enviaba comida a su casa, donde, también se cuenta, comía en una vajilla bañada en oro. Al parecer la casa del Shah se encuentra cerca de la Avenida Palmira, pero al ser cuestión de secreto diplomático, no puedo asegurarlo con certeza. Lo que parece ser un hecho, es que al Shah le gustaba realmente vivir en Cuernavaca.
Durante su corta estancia en México, la salud del Shah se deterioró notablemente. Alrededor de 6 meses después de su llegada a la eterna primavera, el Shah y su familia partieron a Estados Unidos donde vivieron durante un tiempo. En noviembre de 1979, Estados Unidos entró en una crisis diplomática con Irán y se vio obligado a expulsar al Shah de su territorio. El Shah expresó su deseo de volver a Cuernavaca de donde tenía "memorias muy placenteras". El Shah estaba muriendo de cáncer.
En ese momento, México deseaba ser parte de un consejo de seguridad en las Naciones Unidas, y para lograr entrar necesitaba del voto de Cuba. Este último país puso una condición: si quería el voto cubano, México debía negarle el asilo al Shah. Así ocurrió. Al no poder regresar a Cuernavaca, el Shah y su familia se movieron a Egipto, donde el Shah murió el 27 de Julio de 1980.
Hoy en día, tengo la impresión de que no es demasiado conocida la estancia del Shah en Cuernavaca. Me parece curioso, dada su importancia histórica, aunque es cierto que esas cosas simplemente se guardan en el cajón de los recuerdos. Pero al mismo tiempo me dio gusto abrir ese cajón y desenterrar esta anécdota del último Shah de Persia. De alguna forma, es muy placentero ver como la historia del mundo es una. Una parte de ella te la cuentan en el Shahnamé. El resto se nos queda a los demás de tarea.
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