Las aventuras de Fray Servando. La momia viajera.





Fray Servando Teresa de Mier vivió en el exilio durante muchos años luego de haber pronunciado su famoso sermón Guadalupano. Después de escapar varias veces de la cárcel, sobrevivir naufragios, conocer a gran cantidad de intelectuales por media Europa y haber vivido un sin fin de aventuras, el fraile excomulgado regresó a su país natal en el año de 1822. Solo que ahora ya no era la Nueva España, sino un nuevo país que él mismo había ayudado a construir; México.

Al poco tiempo de su regreso, Fray Servando fue elegido diputado del Segundo Congreso constituyente. El fraile dedicó toda su energía como congresista a hacerle la vida impósible al recién nombrado emperador Agustín de Iturbide. Como gran arquitecto del nuevo país independiente, el padre Mier vivió sus últmos años en Palacio Nacional como todo un heroe veterano de la guerra de Independencia. Murió en 1827 y fue enterrado con honores en el convento de Santo Domingo de la Ciudad de México, pero no para descansar en paz...



Convento de Santo Domingo, Ciudad de México


En una de sus estancias en la cárcel, Fray Servando había escrito unas Memorias en las que describe los eventos de su vida sin hacer demasiada distinción entre realidad y fantasía. A pesar de la importancia que el padre Mier tuvo en la formación de nuestro país, sus Memorias permanecieron olvidadas durante muchos años después de su muerte. Y de manera consistente con su vida de viajes y aventuras, fue el mismo Servando quien, después de muerto, ayudó a salvarlas del olvido.

En 1861, después de la guerra de Reforma y de la separación de la Iglesia y el Estado, muchos edificios eclesiasticos fueron expropiados y demolidos. Una de las demoliciones se llevó a cabo en una sección del convento de Santo Domingo donde varios religiosos se encontraban enterrados. Una extraña propiedad química de la tierra del lugar, quizá por haber sido antes un lago de aguas saladas, hizo que los cuerpos de los frailes se momificaran. 13 de esas momias fueron rescatadas de los escombros.

Al principio se pensó que las 13 momias halladas habían sido víctimas de la Inquisición. Si bien se demostró que las extrañas posturas de las momias se debían a causas naturales y no a que los personajes hubieran sido torturados, la leyenda se había echado a andar. 4 de las momias fueron a dar a una exposición de las torturas del Santo Oficio en Buenos Aires y el resto las adquirió un personaje extraño quien se las llevó a Bélgica para también exponerlas al público.


El escritor Manuel Payno conoció la historia de éstas momias y supo que existía la leyenda de que una de ellas había pertenecido a Fray Servando Teresa de Mier. Fue tanta su curiosidad por la momia que Payno comenzó una investigación detectivesca y en sus descubrimientos encontró las Memorias del fraile que estaban perdidas por allí. Cabe mencionar que las Memorias de Mier son la mayor fuente que tienen los historiadores sobre su vida.


Gracias a ese rescate bibliográfico, se pudo conocer y honrar la memoria del abuelo de la patria. ¿No era entonces correcto regresar a Fray Servando a su tierra y darle la sepultura digna de un heroe histórico? 

Los intentos fueron en vano. Las momias se perdieron en algún lugar del planeta y nunca más se supo de ellas. De hecho, nunca pudo demostrarse que realmente una de las momias fuera la de Fray Servando. Yo me quedo con la conclusión del historiador Francisco Pérez-Arce Ibarra:


¨De que se exhibieron las momias no hay duda, de que salieron de ese lugar no hay duda, de que sea precisamente la de Fray Servando... pues, conociéndolo, yo creo que si¨.





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