Viaje a Tierra Santa 1. De Francia a Israel



En abril del año 2015 me encontraba estudiando el primer año de mi doctorado en el sur de Francia cuando recibí la noticia de que un querido amigo había comenzado a hacer  una maestría en Jerusalén. 

Conozco a pocas personas tan dotadas para el aprendizaje de las lenguas como mi amigo Roger. En aquel momento, además de dominar el español, el inglés y el latín, y tener una gran cultura en literatura clásica, Roger estaba comenzando estudios en hebreo y griego bíblicos en una universidad católica ubicada en el mero corazón de la Tierra Santa. 

Los dos teníamos el mediterráneo a la vuelta de la esquina. Me puse a ver el mapa para convencerme de lo cerca que estaba el Medio Oriente de Niza. Son pocas las oportunidades que se presentan para conocer el mundo, y sin duda esta era una de ellas. 

A los pocos días pedí los permisos correspondientes en mi universidad y compré un vuelo a Israel. Lo más económico que encontré era un vuelo que hacía una breve escala en Roma y de ahí despegaba nuevamente para llegar a Tel Aviv. 
Aquella mañana me levanté temprano para terminar de preparar mis maletas e irme al aeropuerto. No tuve demasiado tiempo de documentarme para el viaje. Me acompañaban un libro sobre Israel, aunque no era una guía de viajes; un libro sobre las ruinas de Petra y un pequeño libro sobre la historia de la Biblia. Eso y mi precario conocimiento de las escrituras eran lo único que tenía a mi disposición para emprender el viaje.


Justo en la sala de espera del vuelo tuve la suerte de encontrarme con mi amigo Alkiviades Vlasis, un astrónomo griego que estaba volando para visitar a su familia en Atenas y cuyo vuelo de conexión en Roma era el mismo que el mio. Hicimos lo posible por que nos cambiaran el lugar para ir juntos en el avión y durante la escala en Roma comimos y bebimos café. El tiempo pasó muy rápido antes de que Alkis tomara su vuelo a Atenas y yo el mio a Tel Aviv. Había avanzado mucho en el libro sobre historia de la Biblia y estaba seguro de que podría casi terminarlo antes de llegar a Jerusalén. 

Llegué a Israel comenzando la madrugada. Sabía que la aventura comenzaría la mañana siguiente. Tomé una pequeña camioneta que me transportó en algo así como una hora y media de Tel Aviv al centro de Jerusalén, donde Roger vivía. A pesar de ser cerca de las 3 de la mañana se sentía un frio bastante tolerable aunque algo seco. Desperté a Roger llamando a su celular cuando encontré los edificios en donde se hospedaba siguiendo sus indicaciones. Roger compartía un pequeño apartamento con dos chicas israelíes que estaban de viaje cuando yo llegué. Nos quedamos platicando casi hasta el amanecer, tanto para ponernos al corriente como para que me dijera los lugares que tenía que visitar. A pesar de que se respiraba un aire extraño, y había visto rostros diferentes en el camino del aeropuerto a la casa de Roger, aun no me sentía en Tierra Santa. Hubo que esperar al día siguiente para vivir la aventura en lo más profundo de mi ser. 

continua en Parte 2.


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