Loca Academia de Arqueología Mexicana 3. Las calaveras de cristal

Cráneo de cristal en el Museo Quai-Branly, París


Caminando desde la Torre Eiffel con dirección hacie el Este de París, a un par de metros del mismo lado y a orillas del río Sena se encuentra el Museé Quai-Branly. El museo está especializado en arte indígena de diferentes culturas de África, Asia, Oceanía y las Américas, y consta de una gran colección de piezas provenientes de dichos lugares a lo largo de la historia colonial francesa. 

Supongo que es normal que cuando un mexicano visita ese tipo de museos en el extranjero ponga mayor atención en las piezas provienientes de las antiguas culturas indígenas de México. El caso es que en el Quai-Branly tienen una pieza muy especial: el llamado "Cráneo Azteca"

Se trata de una pieza de cuarzo tallada finamente con la forma de un cráneo humano, más o menos de tamaño natural, y con cierta estética prehispánica. En realidad es una pieza de llamar la atención dado que son muy pocos los vestigios arqueológicos que se han encontrado en México que sean piezas talladas en cuarzo a ese nivel de detalle. 

Me enteré después de que existen un puñado de cráneos de cristal aztecas en otros museos del mundo y en colecciones privadas. Ejemplos de cráneos famosos son el que se encuentra en el Museo Británico, el del Smithsonian Museum en Washington y otro en una colección privada conocido como el cráneo Mitchell-Hedges. Los cráneos de cristal tienen también su lugar en la cultura popular y han sido tomados como referencia para la última película de Indiana Jones.  

Cráneo de la colección privada Mitchell-Hedges

Cráneo del Smithsonian Museum

Cráneo del British Museum

Indiana Jones y el Reino de la calavera de cristal.

Durante años, las calaveras de cristal fueron consideradas verdaderas joyas del arte prehispánico mexicano, dado que si bien a los antiguos indígenas de estas tierras les encantaba representar cráneos humanos en su arte, muy pocas veces se había visto que lo hicieran en trozos de cuarzo y tallados con tal nivel de destreza.

Y por supuesto, para ponerle la cereza al pastel, las calaveras aztecas de cristal han sido más que bienvenidas por la comunidad de los amantes de lo esotérico y lo paranormal. Por ejemplo, se ha dicho que el cráneo Mitchell-Hedges tiene poderes mágicos. Es más, la misma dueña del cráneo tuvo una visión gracias a él en la que pronosticaba el asesinato de John F. Kennedy. Ahí nomás.

Hace relativamente poco tiempo, los tres museos que poseen una calavera de cristal decidieron emprender una investigación respecto al origen de los misteriosos cráneos. Resultó que las piezas fueron talladas a partir de pedazos de cuarzo provenientes sea de minas en Madagascar o en Brasil. Además, usando microscopía electrónica, se determinó que las calaveras fueron talladas usando una técnica de abrasión mecánica, con algún artefacto giratorio usado para pulir. Los arqueólogos piensan que esta técnica no era conocida por los aztecas y, más sospechoso aún, las piezas debieron haber sido talladas a finales del siglo XIX o principios del XX. Resultó que los cráneos no eran ni de cerca creación de los aztecas o de alguna cultura precolombina. ¿De dónde salieron entonces? Para contestar a esas preguntas, los museos comenzaron a trazar la historia de cómo llegaron los cráneos hasta ellos. Como resultado de sus investigaciones, todo apuntaba a que los cráneos siempre habían estado en manos del mismo sujeto; un francés llamado Eugene Boban.

Eugene Boban cerca de 1867 junto a su colección de arqueología mexicana.

Eugene Boban llegó a México en 1857 después de fracasar en su intento de volverse rico durante la fiebre del oro en California. Boban tuvo la suerte de llegar a México justo cuando el presidente Benito Juarez estaba pasando las Leyes de Reforma. Una de las consecuencias de la Reforma fue que muchos de los bienes que habían sido propiedad de la Iglesia fueron confiscados por el gobierno. Se cuenta que se vendían piezas de arte sacro y barroco extraídas de iglesias y monasterios por el gobierno a precios ridículamente bajos. Muchos oportunistas, entre ellos Boban, se hicieron con pequeñas fortunas traficando con piezas de arte del virreinato mexicano.

Además de volverse experto en arte, Boban aprendió rápidamente dos cosas muy importantes en México. Una de ellas fue la lengua española y la segunda fue como hacerse rico a partir de huecos en las leyes mexicanas. Boban era un tipo inteligente y se dio cuenta de que había un gran negocio en el tráfico no solo de piezas de arte virreinal, sino también de piezas de arte prehispánico de las que estaban desmoronandose en casi cualquier lugar en donde uno cavara un agujero. En ese entonces no existía oficialmente arqueología en México ni mucho menos leyes que protegieran el patrimonio del país. Boban pasó rápidamente a ser un arqueólogo amateur que poseía una gran colección de piezas arqueológicas prehispánicas. 


Colección de piezas prehispánicas de Eugene Boban.

A inicios de la década de los 1860s ocurrió la segunda intervención francesa en México, teniendo como resultado la instauración del Segundo Imperio Mexicano con Maximiliano a la cabeza. Los orígenes franceses de Eugene Boban, junto con su amplio conocimiento de las antigüedades mexicanas y el interés del emperador Maximiliano por fomentar la arqueología en México, hicieron que Boban fuera nombrado algo así como el arqueólogo oficial del imperio. Boban aprovechó la oportunidad para hacerse un gran negociante. A finales del siglo XIX poseía una tienda de antigüedades arqueológicas mexicanas en París, donde había extendido su colección no solo a piezas provenientes de otras culturas o curiosidades paleontológicas, sino también a creaciones de su propia imaginación.

Tienda de Antigüedades mexicanas de Eugene Boban en París.

A finales del siglo XIX, la suerte de Boban como la del resto de Europa comenzó a cambiar. Políticamente, todo se estaba gestando para el inicio de la primera guerra mundial, por lo que la gente común no estaba demasiado interesada en adquirir antigüedades mexicanas. Además, la derrota de los ejercitos europeos a manos de los mexicanos hacían que el interés por artículos provenientes de aquellas tierras también decayera. Desesperadamente Boban intentó acomodar sus colecciones en museos de historia o antropología, como el Museé de l'Homme. No obstante, en ese entonces estaba de moda la frenología (el estudio de la inteligencia a partir de las medidas del cráneo), por lo que en Francia había una obsesión con las calaveras.

Fue entonces cuando a Boban se le ocurrió crear sus cráneos de cristal. Al principio comenzó vendiendo unos cráneos tallados en cuarzo, jade u obsidiana del tamaño de pelotas de golf, pero pronto se aventuró a fabricar cráneos de tamaño natural en piezas grandes de cuarzo blanco. Cuenta la leyenda que Boban intentó vender uno de estos cráneos junto con Leopoldo Batres, uno de los padres de la arqueología mexicana moderna, al gobierno de Porfirio Diaz, pero por razones que ignoro dicha transacción no se logró. Por otro lado, fuera de México los cráneos de Boban fueron adquiridos por coleccionistas privados y posteriormente por los museos en los que se encuentran hoy en día. 

Cuadro arqueológico y etnográfico de la República Mexicana preparado por Leopoldo Batres al presidente Porfirio Díaz en 1885. Hasta abajo de la imagen puede verse el nombre de Eugenio Boban como editor.


Durante todo el siglo XX, los cráneos de cristal fueron curiosidades que se mantuvieron dentro del agrado de los museos que los poseyeron, dado que romantizaba la visión que se tenía de los pueblos mesoamericanos. Fueron las técnicas de la arqueología moderna las que terminaron por demostrar que las calaveras habían sido una invención de Boban. Al final, durante su vida nadie se dio cuenta del fraude que Boban había cometido.

Investigadores del Instituto Smithsoniano analizando bajo el microscopio uno de los cráneos de cristal.


A pesar de que se ha demostrado su falsedad, los museos siguen exponiendo las piezas aunque no como auténticas, sino como una curiosidad histórica. Por otro lado, la comunidad de los creyentes en lo paranormal siguen pensando que los cráneos son auténticos al igual que sus poderes sobrenaturales y su posible origen extraterreste. A fin de cuentas, una vez que la leyenda se ha echado a andar, no hay fuerza que la pare.



P.S.

Si quieres leer otra historia de cráneos en los museos de Francia, puedes dar clic en este enlace: El cráneo de Descartes.

Para otras historias de arqueología mexicana puedes dar clic aquí: Loca Academia de Arqueología Mexicana.




















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