Newton el Detective. Parte 2

(...continúa de parte 1)




Existe una ley que dice que a toda acción corresponde una reacción de igual magnitud y dirección opuesta. Si la acción de la Real Casa de Moneda contra los falsificadores había sido nombrar Guardian a un gigante de la talla de Isaac Newton, la reacción fue la aparición de un falsificador de monedas de la talla de William Chaloner. Chaloner era un tipo inteligente y encantador. De buena conciencia, siempre estaba preocupado por la defensa del buen ciudadano denunciando las corruptelas e ineficiencias del gobierno. Así fue como se presentó en 1696 a la Real Casa de Moneda para expresar sus preocupaciones acerca de la proliferación de monedas falsas en Londres.


Lo que se sabría después es que Chaloner no era para nada lo que aparentaba ser. No era más que un pobre diablo que se dedicaba a engañar a todo el mundo. En alguna ocasión había robado un par de caballos para después venderlos y con el dinero comprar una máquina de falsificación de monedas. Al incrementar la dificultad para falsificarlas, pasó a ganarse la vida como un caza-recompensas. Las denuncias contra ladronzuelos en los bancos le daban para subsistir, pero no para alcanzar el nivel de vida que él merecía.  

El gobierno estaba preocupado por un grupo que pretendía derrocar al Rey; los Jacobinos. Fue entonces que ofreció una recompensa de 1000 libras para la persona que denunciara actividades ilícitas de dicho grupo. A Chaloner se le ocurrió una idea. En una manifestación de los Jacobinos recogió uno de los panfletos con propaganda contra el Rey. Llevó el panfleto con un impresor para que le hiciera un millar de copias a cambio de una considerable suma de dinero. Cuando la imprenta se echó a andar, Chaloner salió discretamente y dio aviso a las autoridades de que había descubierto una imprenta de los Jacobinos.

Su habilidad para el engaño y su falta de escrúpulos hicieron, como es natural, que Chaloner ascendiera de manera rápida en la escala social y se convirtiera en un miembro respetado de la alta sociedad Londinense. Disfrazado de buen ciudadano, comenzó a hacer públicas sus preocupaciones respecto a la falsificación de monedas. Ofreció su ayuda a las autoridades para brindarles apoyo en las medidas de seguridad de las monedas acuñadas, así como en su lucha contra los falsificadores. Chaloner fue ganándose la confianza de las autoriades y comenzó a tener acceso a información clasificada. El falsificador se había inflitrado a la Real Casa de Moneda. 

Con su ayuda fueron cayendo poco a poco cada uno de los falsificadores que no eran demasiado habilidosos. Todos menos uno.

Parecía imposible que todos los esfuerzos conjuntos no eran suficientes para terminar con la falsificación. Algo andaba raro, denunció Chaloner, y posiblemente la culpa era de un personaje que ponía demasiados obstáculos como para poder trabajar de manera eficiente en la lucha contra los falsificadores. Chaloner lo sabía, tenía que deshacerse del recién apuntado Guardian de la Real Casa de Moneda, ese tal Newton...

(continua en parte 3)





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