Newton el Detective. Parte 3

(continúa de parte 2)



Era imposible. El último golpe de Newton tenía que que haber sido infalible. Había inventado un ingenioso sistema para marcar las monedas que no debería poder ser replicado... y su nemesis lo logró. ¿Cómo se dio cuenta? ¿Sería a caso que el tipo tuviera conexiones dentro de la Real Casa de Moneda?... 

Además de todo, sus múltiples éxitos contra los falsificadores se estaban viendo opacados por culpa de un soplón que de forma misteriosa conocía a la mitad de los falsificadores en Londres. Por si fuera poco, ahora su superior, el Maestro de la Real Casa de Moneda, estaba obstaculizando su trabajo pidiéndole acceso a información que debía ser confidencial. Todo por culpa de ese tal William Chaloner... Ahora Newton sabía que el tipo lo había acusado de ser un ineficiente en su papel como Guardian. ¿Quién era ese Chaloner? ¿De donde salió? ¿Por qué confían las autoridades en él? De repente a Newton le vino una idea. ¿No será acaso que Chaloner...? No, no era posible. Ningún ratón podría ser tan estúpido como para irse a meter a las fauces de un gato. Y menos si el gato se llama Isaac Newton.

En una ocasión Chaloner dijo a los ministros de la Real Casa de Moneda que había descubierto el modus operandi en cierto proceso de falsificación. Para poder demostrar su hipótesis necesitaba acceso a ciertos instrumentos para marcar las monedas que estaban bajo el resguardo de Newton. Al ser un devoto cristiano, Newton había jurado en su toma de posesión como Guardian que jamás revelaría tales instrumentos. Y como un alquimista consumado, Newton sabía de la importancia de mantener secretos. Fue imposible persuadirlo de revelarlos. 



Para entonces Newton había logrado armar toda una red que conectaba a falsificadores caídos y empleados de la Real Casa de Moneda con Chaloner. Solamente que toda esa red era una mera hipótesis de trabajo. Era momento de ponerla a prueba científicamente pero para hacerlo había que hacer ciertos sacrificios y quizá cometer ciertos pecados.

Newton ideó un nuevo sistema para marcar las monedas y, Dios lo perdone, le reveló el secreto a un par de empleados sospechosos. Al poco tiempo, Newton se encontró con Chaloner en un pub cerca de la Casa de Moneda. No era habitual que Newton se parara a beber algo después del trabajo, pero en esta ocasión había decidido cambiar su ruta a casa. Chaloner estaba sorpendido de ver a Newton en el pub. No pudo evitar el cruce de miradas y la cortesía que lo caracterizaba lo obligó a acercarse a saludarlo. Comenzaron una breve conversación.

- Han sido días difíciles, dijo Newton, y me obsesiona no poder dar con el falsificador. Acostumbro no beber, pero haré una excepción esta tarde.

- Lo entiendo señor Newton, y lo siento por las acusasiones que seguramente ha escuchado que han salido de mi boca en su contra. Nada más lejos de la verdad. Yo sé que usted es la persona indicada para atrapar a esa rata.

- Muchas gracias, señor Chaloner. Estoy agotado, será mejor que vaya a casa.

Newton intentó pagar su bebida con un cheque de los que recibía su pago 
normalmente. Los empleados del pub le dijeron que, por una cuestión de desconfianza a los falsificadores, ellos no aceptaban esos cheques.

- Disculpe, señor Chaloner ¿Sería usted tan amable de cambiarme este cheque? 

Cortesmente, Chaloner sacó una bolsa llena de Chelines.

¿No le importa si le doy cambio, señor Newton?

Newton pagó su cuenta y se quedó con el cambio. Salió discretamente del pub a una oscura calle y emprendió su camino a casa. Al doblar la esquina, verificó las monedas que le sobraron. Chaloner había caído en su trampa...

(Concluirá en GRAN FINAL)


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