Regreso a Tierra Santa 1. Un viaje que estaba escrito

"Tuve la sensación de que algún día regresaría a Tierra Santa, aunque no puedo saber bien la razón. De lo que estoy seguro es de que desde aquel viaje, nunca volví a ser el mismo."


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Nada pasa por casualidad. Hace unos años, tuve la oportunidad de viajar por primera vez a Tierra Santa. De aquella experiencia recuerdo haber caminado con la sensación de que estaba pisando la historia, y cuando me fui, tuve la certeza de que algún día regresaría. No podía explicarlo del todo, pero sabía que ese primer viaje era apenas el comienzo de un camino más profundo.

Nunca imaginé cuánto iba a cambiar mi perspectiva tras esa primera visita. Descubrí, con humildad, lo poco que sabía sobre las religiones del Libro, lo poco que conocía la Biblia, y fui conciente de mi enciclopédica ignorancia en materia de historia. Cada calle, cada piedra de la Ciudad Vieja, parecía susurrar un relato que yo aún no era capaz de comprender a cabalidad. Regresé de aquel maravilloso viaje con más preguntas que respuestas, con la necesidad de profundizar en temas que antes solo conocía de oidas. Fue entonces cuando decidí dar un paso más, por lo que entré a estudiar una maestría en estudios judaicos en la Universidad Hebraica de México.

A medida que avanzaban mis estudios, el llamado método histórico-crítico para leer la Biblia se convirtió en una herramienta esencial para mí. Comprendí que la Escritura no puede entenderse en el vacío, sino que cada palabra está anclada en un contexto, en una historia y en una geografía que la moldea. Leer sobre la historia de Israel, sobre la tradición judía y la evolución de los textos sagrados del cristianismo, me abrió un mundo fascinante, pero también me hizo darme cuenta de que no bastaba con estudiar desde la distancia.

Necesitaba volver.

Porque una cosa es leer sobre el Segundo Templo y otra es ver sus restos en el Muro Occidental. Una cosa es estudiar sobre los manuscritos de Qumrán y otra es caminar por sus cuevas y sentir el viento del desierto. Una cosa es analizar los textos del Evangelio y otra es recorrer el Mar de Galilea, imaginar las barcas, las tormentas y las parábolas que cobraban sentido en ese paisaje.

El programa de estudios judaicos se divide en cinco grandes periodos históricos: el periodo bíblico, el periodo del Segundo Templo, el periodo talmúdico-medieval, el periodo de la modernidad y el periodo contemporáneo. Cada uno de ellos ha tenido su importancia no solo en la historia del judaísmo, sino en la historia universal. Estábamos ya estudiando el paradigma medieval, en otoño del año 2022, cuando el Dr. Daniel Fainstein, querido maestro y decano de los estudios, nos dio la noticia de que la Universidad Hebraica estaba organizando un viaje a Israel.

En ese momento, yo no tenía demasiado tiempo. Principalmente, pensé que mis deberes en la universidad coincidían con la fecha del viaje, por lo que lo dejé pasar sin entusiarmarme demasiado. Es aquí donde debo agradecer profundamente al Dr. Fainstein y a Natalia Díaz, por haber insistido en que no debía desperdiciar la oportunidad, que debía volver a viajar.

Tras reflexionar, puse manos a la obra y pedí los permisos necesarios, los cuales me fueron concedidos con mucha solidaridad en mi lugar de trabajo. Estaba todo decidido: pasaría las siguientes semanas junto a grandes especialistas de la historia, la literatura, la arqueología y la religión, explorando los lugares en los que se narraba la historia más alucinante de todas. Según Borges "la obra cumbre de la literatura fantástica".

Así que regresé. Esta vez con una mirada más informada, con un deseo genuino de ver y escuchar lo que la historia y la tierra aún tienen por contar. Nada pasa por casualidad, y este segundo viaje a Tierra Santa me ha confirmado que seguiré en este camino, porque siempre habrá más que aprender, más que descubrir y, sobre todo, más preguntas que hacer...

[Continúa en Parte 2...]



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