Viaje a Tierra Santa 6. El monasterio de Mar Saba



Después de haber comido un guisado delicioso e indescriptible y haber descansado en la sombra de una tienda beduina improvisada, el grupo emprendió el camino para llegar al prometido monasterio.

Fue una caminata que pasó mucho más rápidamente una vez que hubimos recobrado energía, bebido mucha agua y descansado del sol. De pronto, en medio del desierto se abrio un cañon profundo que habría que cruzar, del otro lado se veía el hermoso monasterio de Mar Saba.

                                                 



En la actualidad el monasterio alberga una veintena de monjes Ortodoxos. Al llegar nos enteramos de que las mujeres no tienen acceso al monasterio. Marion junto con las demás mujeres del grupo nos esperaron afuera. Para poder entrar, tuvimos que abrirnos paso entre un grupo de mujeres que estaban en la puerta principal intercambiando dinero, alimentos, velas y artículos religiosos con un monje que las atendía a través de una puertecita enrejada. Al vernos llegar, el monje se apresuró a abrirnos la puerta, teniendo cuidado de que el contacto con las mujeres fuera el menor posible. 

A los varones nos recibieron con una pequeña taza de té y abundante agua fresca en una salita llena de imagenes bizantinas. 





El monasterio fue fundado en el año 483 por Sabas de Capadocia. Comenzó como un pequeño grupo de monjes que decidieron vivir como ermitaños en las cuevas naturales que se forman en un pequeño cañon en el Valle del Cedrón, en camino medio entre Jerusalén y el mar Muerto. Poco a poco, el numero de monjes fue creciendo hasta que se vieron en la necesidad de abandonar las cuevas y construir un monasterio más en forma. En el lugar habitaron santos y sabios cristianos de diferentes épocas y hoy en día reposan los restos del santo fundador. 







Después de que un monje que hablaba inglés nos contara un poco de la historia del monasterio tuvimos tiempo de dar un pequeño paseo por el lugar, sin tardarnos demasiado ya que un autobús nos vendría a recoger pronto para llevarnos de vuelta a Jerusalén.

Continúa en Parte 7

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