Loca academia de Arqueología Mexicana 2. Los antiguos mexicanos y la Atlántida




Existe una discusión acerca de cuándo fue que comenzó la arqueología en el continente Americano. Es decir, desde siempre se han hecho excavaciones en diversos sitios para realizar construcciones o saqueos, pero ninguna de ellas tenía el objetivo de desenterrar el pasado con el fin de encontrar respuesta a una pregunta histórica. 

Se habla de que Thomas Jefferson, el tercer presidente de Estados Unidos, realizó ciertas excavaciones de tumbas en el siglo XVIII con el objeto de estudiar el pasado de los indígenas americanos y es a Jefferson a quienes los estadounidenses les gusta reconocer como el padre de la arqueología americana.

A los mexicanos, por otra parte, les gusta jactarse de que el primer arqueólogo de las américas fue el criollo Carlos de Sigüenza y Góngora. 


Carlos de Sigüenza y Góngora, sabio Novohispano


El virreinato de la Nueva España tuvo dos grandes sabios durante el siglo XVII. La más conocida de ambos es Sor Juana Inés de la Cruz; el segundo es Sigüenza y Góngora. De hecho, se sabe que fueron amigos y que Sigüenza visitaba a Sor Juana seguido en su claustro en el convento de San Jerónimo, donde pasaban horas hablando de cualquier tema que les interesara en lo que me imagino que fueron unas exquisitas discusiones bizantino-novohispanas. Cuando Sor Juana murió, víctima de una epidemia, fue Góngora quien habló sobre las virtudes de la décima musa durante su funeral.

Como buen sabio de su época, Sigüenza hacía un poco de todo: era escritor, científico, matemático, astrólogo, teólogo secular, historiador, cortesano y como veremos, también arqueólogo. Pero sin duda una de las características de Góngora era su patriotismo. Era un criollo orgulloso de la tierra donde había nacido; su Nueva España. 

Ya desde aquellos tiempos, mucho antes de la Guerra de Independencia y de la Ilustración, a los criollos les costaba trabajo aceptar su inferioridad respecto a los españoles, que era lo que estaba de moda en la época. Tal vez sea por ello que muchos criollos se interesaron por incluir, de alguna forma u otra, a la historia de las américas en la historia universal (entiéndase por universal historia europea-católica-mediterránea). Góngora fue un notable criollo interesado por demostrar la antigüedad y la grandeza de las civilizaciones de América, de las que él, y no los españoles, era heredero. 

Me tomaré la libertad de decir que, incluso después de todo lo que hemos aprendido desde el siglo XVII a la fecha, los historiadores y arqueólogos de nuestros días se las ven difíciles y muchas veces no les queda mas que echarse unas especulaciones de su ronco pecho. Mucho peor era la situación en los tiempos del sabio que nos ocupa. Veamos cómo fue la incursión de Góngora al estudio del pasado de los antiguos mexicanos. 

Una de las principales fuentes de ideas históricas para Góngora, fue el sabio y jesuita alemán Atanasius Kircher. Una de las muchas cosas por las que es conocido Kircher es por haber sido un egiptólogo de alto calibre, aunque tenía algunas ideas algo extrañas. Kircher veía en el antiguo Egipto la fuente de toda sabiduría posterior. Góngora pensaba que los antiguos mexicanos también eran herederos de la sabiduría egipcia. Escribe Góngora: "... los indios mexicanos eran descendientes de Naphtuhim, hijo de Misraim, gobernador y fundador de Egipto". Más aún, Góngora asevera que Naphtuhim es una variación del nombre Neptuno, quien fue gobernador de nada más y nada menos que la Atlántida.


Mapa de la Atlántida de Atanasius Kircher, un continente hoy desaparecido entre América y Europa. 

El continente perdido de la Atlántida ha despertado una gran curiosidad y especulación a lo largo de los siglos. Una de las más antiguas menciones se la debemos a Platón, quien en su diálogo Critias nos habla de un antiguo continente o isla donde habitaba una civilización muy avanzada y orgullosa que fue victima de un cataclismo mucho antes de los tiempos de la Guerra de Troya. Según Góngora, algunos pobladores de la Atlántida platónica lograron escapar antes del cataclismo y se instalaron en América, dando origen a las culturas indígenas. 

Imagen del Códice Boturini donde se ve a un antiguo azteca abandonando su mítica tierra originaria Aztlán. ¿Podrá ser el mítico Aztlán de los aztecas la Atlántida de la que habla Platón en el Critias?

Góngora aprendió la lengua Nahuatl y estableció amistad con el descendiente de un noble indígena llamado Alva Ixtlixochitl, quien al morir le heredó un documento donde venía la genealogía del noble conectada a los antiguos reyes de Texcoco. Si bien muchos de los estudios de Góngora están perdidos, sabemos que en algún momento intentó obtener evidencia arqueológica nada menos que en las pirámides de Teotihuacan.

La antigua ciudad de Teotihuacan llevaba abandonada casi 1000 años cuando Góngora hizo sus famosas excavaciones. Las pirámides estaban totalmente cubiertas de piedras, tierra y vegetación. No obstante, desde al menos los tiempos de los aztecas se sabía que esas montañas no eran naturales sino que habían sido hechas por el hombre. Dentro de la mitología azteca, de hecho, Teotihuacan ya era considerada una ciudad sagrada, donde los dioses se habían reunido para la creación de la última era del mundo en la que habitamos actualmente. 

Para Gongora, explorar Teotihuacan no solo demostraría el origen Atlántico de los aztecas sino también una teoría sumamente interesante. Nos cuenta el historiador Ignacio Bernal que lo que Sigüenza buscaba en Teotihuacan era evidencia de que el dios Quetzalcoatl era no otra persona que el apostol Tomás, quien había llegado a tierras mexicanas poco después de la crucifixión de Jesús a traer noticias del evangelio y convertir a los indios al cristianismo. Las mismas ideas por las que expulsaron a Fray Servando casi un siglo después.

Góngora realizó sus trabajos arqueológicos en Teotihuacan en el año de 1675 (casi 100 años antes de las exploraciones de Thomas Jefferson. ¡Viva México!) Muchos exploradores posteriores mencionan los túneles que Góngora excavó en la pirámide de la Luna. Por desgracia, sus trabajos en esta materia se encuentran perdidos, por lo que solo nos queda saber lo que otros cuentan.

Me gustaría cerrar esta entrada con lo que nos dice el historiador y viajero italiano Giovani Francesco Gemelli, quien menciona a Góngora y sus excavaciones de Teotihuacan. En su famoso libro Giro del Mondo, escrito en 1699. Gemelli nos cuenta: "...la fábrica de estas pirámides se atribuye a los olmecas [...] venidos de aquella isla Atlántida de la que habla Platón [...] ningún historiador de los indios ha sabido investigar el tiempo de erección de las pirámides, pero don Carlos de Sigüenza las considera antiquísimas y poco posteriores al diluvio...". 


Mapa del libro de Gemelli donde se muestra la ruta migratoria de los aztecas desde Aztlán hasta Chapultepec

Si bien la arqueología moderna no las considera tan antiguas como el diluvio, ni toma en cuenta la hipótesis de la Atlántida, don Carlos de Sigüenza tenía algo de razón en reconocer la importancia, antigüedad y grandeza de los antiguos mexicanos respecto a lo que se pensaba en su época. Además, a mi no me queda duda de quién fue el primer arqueólogo, aunque un tanto heterodoxo, en el continente Americano. 


P.S.

Si quieres leer otra loca historia de arqueología mexicana puedes dar clic a este enlace: Arqueología

La historia de Santo Tomás, Quetzalcoatl, la Virgen de Guadalupe y Fray Servando la puedes leer aquí: El Sermón Guadalupano











Comentarios

  1. MUY INTERESANTE , PREGUNTA ¿ LOS INICIOS DE LA CIVILIZACIÓN EN EGIPTO, TIENEN ALGÚN VINCULO CON NUESTROS ANCESTROS INDÍGENAS?

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    1. A final de cuentas, lo último que nos dice la biologia y la astropología es que todos los seres humanos venimos de algín lugar en África. Sin embargo, los grupos humanos se han separado desde hace mucho tiempo como para poder afirmar que las civilizaciones mesoamericanas y la egipcia puedan tener un origen común. De hecho, se habla de que estas dos son civilizaciones originarias, es decir, que emergieron sin la influencia de ninguna otra.

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